Retornar a nuestra casa luego de un día laboral, un paseo al aire libre o una salida nocturna y encontrarnos con un paisaje que se asemeja a las consecuencias de un tornado extra tropical es bastante conocido en las personas que conviven con perros.
Muchas veces lo asociamos a posibles venganzas producto de “no invitarlo” a esa salida, otras al juego desmedido y en la mayoría de los casos, sea cual sea el motivo, nuestra frustración crece día a día con repercusiones directas en nuestros bolsillos.
Pero, ¿por qué si “sabe lo que hizo” no deja de hacerlo?, ¿será un problema personal?
En Etología Clínica Veterinaria, esta sintomatología se asocia en la mayoría de los casos a una alteración del comportamiento que se conoce como Ansiedad por Separación.
¿De qué se trata?
Este estado reaccional se relaciona con una angustia o emoción desagradable que manifiesta el animal cuando es separado de las personas que considera más próximas o apegadas.
Aparece cuando el perro no tiene contacto con su dueño y se puede evidenciar en 2 situaciones diferentes:
–cuando abandonamos el domicilio y el perro se queda solo.
–cuando estamos en casa, pero el perro no tiene acceso a nosotros.
¿Cómo se manifiesta?
En general, este tipo de afección se manifiesta con alguno de estos síntomas, siendo posible que aparezca uno, varios o todos ellos.
1. Aumento su conducta exploratoria, evidenciándose en destrozos en la casa hacia objetos, puertas, ventanas, paredes sillones, etc.
2. Ladridos continuos que alteran al barrio entero.
3. Defecar y orinar dentro de la casa, en general cerca de la puerta de salida.
Dentro de los síntomas también podemos encontrar vómitos, diarrea, lesiones en piel entre otras.
Muchas veces, no es necesario que el perro quede solo para que empiecen los síntomas, es habitual que comience a manifestarlo en los momentos previos a nuestra partida (ruido de llaves, bolso, cartera, casco de moto, abrigo, etc )
¿En quienes ocurre?
Esta alteración se puede presentar tanto en machos como en hembras, aunque algunos estudios sugieren que es más frecuente en machos
De la misma manera, no parece haber una raza que sea más proclive que otra y aparece en mayor porcentaje en animales de más de 3 años de edad y en perros de edad avanzada, aunque esto no implica que pueda aparecer en cualquier momento.
¿Por qué aparece?
No existe aún consenso general sobre las causas que originan este problema, pero la mayoría de los especialistas coincide en que aparece por un cúmulo de factores.
A la edad de 6- 8 semanas de edad en general el cachorro comienza a tener menos acceso a su madre e incluso ésta lo rechaza cuando intenta seguir mamando, provocando en el cachorro un estado de ansiedad/ nerviosismo que lleva a la búsqueda de nuevos vínculos con los individuos que lo rodean con el afán de mitigar este estado reaccional. Este evento tiene como finalidad comenzar a fomentar de forma progresiva la independencia del cachorro ya que en la naturaleza el cachorro ocupará lugares dentro del grupo distintos al de la madre.
Hasta aquí, todo es relativamente normal para el cachorro, el problema comienza cuando éste es adoptado por nosotros y producto de la novedad, los cuidados extremos y demás cuestiones, se empieza a establecer un vínculo muy cercano entre cachorro-dueño. Este hecho lleva a que se mantenga el vínculo de dependencia con su “nueva referencia” y se evita la independencia natural que le permite comportarse de forma adecuada en los momentos de soledad.
Muchas veces, se consigue un estado aparente de “cura”, entre los 6-9 meses de edad pero al poco tiempo reaparece la ansiedad y los destrozos hogareños. Esto se explica conociendo un poco más sobre el comportamiento normal de los perros en la naturaleza. Cuando llegan a la pubertad (12-18 meses en machos y segundo celo en hembras) los animales son expulsados definitivamente del grupo, efecto que aumenta los episodios de ansiedad en el animal por cierto período de tiempo. En casa, el perro también llega a la pubertad y es por ello que en este período puede aumentar la intensidad de las conductas no deseadas.
¿Cómo prevenirlo?
El momento indicado de actuar y prevenir la aparición de este problema es en las primeras etapas de vida del cachorro.
La clave es intercalar momentos sociales y en familia con momentos de soledad, relacionando estos últimos con episodios agradables y beneficiosos.
Se pueden realizar sesiones de entrenamiento para tal fin simplemente dejando al cachorro en una habitación con algún juguete o premio para morder y dedicarnos a entrar y salir ignorando al animal. Al comienzo podemos salir y entrar al segundo y luego vamos aumentando el tiempo de ausencia de forma progresiva siempre y cuando el cachorro no muestre alteraciones en su conducta.
De esta manera el cachorro empieza a convivir con la posibilidad de quedarse solo sin ninguna consecuencia negativa.
Sería ideal no fomentar rituales de salida extremos, como una manifestación de mimos excesivos antes de la partida con la consecuente explicación hacia el perro de que vamos a volver pronto. Del mismo modo -aunque resulte antipático-, cuando llegamos al hogar no se recomienda realizar saludos extensos ya qué esto solo aumenta las conductas ansiosas.
Es un buen ejercicio convivir con una radio en la casa, de forma tal que nuestra ausencia no implique para el cachorro el silencio absoluto, con la consiguiente aparición de ruidos antes no escuchados que pueden alterar su conducta.
Debemos brindarle juguetes, alimentos escondidos o algo para hacer en los minutos posteriores a nuestra partida.de forma tal de dirigir su atención a éstos y con ello disminuir la posibilidad de conductas indeseadas.
De todos modos antes de irnos debemos preparar la casa para que no corra riesgo su salud (cables eléctricos, objetos cortantes, vidrios) y de forma secundaria, disminuir la posibilidad de daños. No olvidemos que los cachorros tienen la actividad exploratoria aumentada de forma natural y es normal que muerdan algunos objetos de la casa en este período de tiempo.
Si bien esta alteración está directamente relacionada a la duración del problema, edad del animal y otros factores, realizando un adecuado tratamiento es posible la reducción de los síntomas e incluso la desaparición del problema en la mayoría de los casos.
Es necesario consultar con su Médico Veterinario sobre este tema, ya que existen muchas afecciones orgánicas y de otro tipo que deben ser evaluadas por un profesional para llegar a un correcto diagnóstico y un correcto tratamiento.
// Doctor en Ciencias Veterinarias, Facultad de Veterinaria Universidad de la República (UdelaR). // Curso de post graduación en Etología Clínica en Pequeños Animales. // Miembro de la Asociación Latinoamericana de Zoopsiquiatría (AVLZ). // Ayudante honorario de la Cátedra de Caninotécnia (UdelaR). // Columnista del espacio semanal "La mascota y su contexto" en Justicia Infinita (Océano FM 93.9).
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