Al igual que los perros, los gatos manifiestan una gran variedad de señas para comunicarse con el mundo exterior. Sin embargo existe la creencia de que el gato al ser un animal más independiente y solitario, su forma de expresarse es rudimentaria y por ende debería sucumbir e interpretar lo que nosotros o incluso los perros le damos a entender de forma natural y fluida.
Lamentablemente el repertorio de señas que los gatos utilizan para relacionarse dista mucho del utilizado por el perro y así muchos conflictos se ven aumentados en duración e intensidad.
Ni el más experto interprete que maneja 10 idiomas distintos y lleve consigo los palmares de establecer un dialogo entre la delegación uruguaya de economía con sus pares filipinos podrá lograr un acuerdo entre gatos y perros mediante señas si éstos no se familiarizaron antes con las posturas y consecuencias de cada uno.
Los gatos no entienden de sumisión o dominancia, no ladran ni gruñen pero si expresan sus estados emocionales de forma clara y precisa. Reconocerlos podrá ayudar a entender o anticipar lo que se viene y mejorará el vínculo entre todos.
Para comunicarse también utilizan señales visuales, táctiles, auditivas y olfativas.
Señales visuales
Dentro de éstas se incluyen la posición y movimientos de la cola, posición de las orejas, los parpados, los labios, la cabeza, erizamiento del pelo y las posturas corporales.
La posición de la cola en el gato no debe entenderse de la misma manera que en los perros.
Cuando un gato se aproxima con la cola elevada no significa que sea dominante o venga con intereses agresivos sino todo lo contrario, parecería relacionarse a un ritual de saludo y de interés grupal.
El movimiento de la cola tiene dos maneras distintas de interpretarse según la intensidad y forma en cómo lo hace.
Cuando lo hace de forma suave significa que se encuentra relajado, puede querer compartir un momento lúdico y lo utilizan para incentivar a los cachorros a jugar mediante su movimiento.
Cuando el movimiento se torna intenso, con mayor énfasis, nos puede estar indicando que algo no está bien. No se encuentra a gusto o existe una amenaza próxima traducida en otro gato, algún sonido, etc. En este caso debemos evitar el contacto.
Las orejas dirigidas hacia adelante indican un cierto interés sobre algo según direccione las mismas hacia el lugar de donde proviene el sonido. Cuando localiza el lugar de procedencia puede enfocarlas en esa dirección pero luego vuelven a su posición central habitual.
Si las orejas adoptan una posición hacia los lados y están como aplastadas, indican algún grado de miedo y predisposición a la huida.
Cuando las orejas están agachadas pero dirigidas hacia atrás podemos interpretar que el ataque está próximo a consumarse.
Parpados
Si la apertura de los ojos es extrema el gato se encuentra en un estado de vigilancia ya sea motivada por la presencia de extraños o situaciones no controladas.
A la inversa, cuando la situación es controlada y el animal esta relajado, los parpados suelen adoptar una posición que se traduce en ojos entreabiertos.
Labios
El gato realiza un movimiento característico de sus labios que puede ser interpretado como de índole agresivo pero dista de serlo.
Se conoce como flemen y se caracteriza por abrir la boca y elevar el labio superior y la nariz provocando que se arrugue la zona que va desde el morro a los ojos. Esta expresión es provocada por determinados estímulos olfatorios sobre todo procedentes de la orina o glándulas cutáneas de otro gato
En general se da más en machos que en hembras y aparece alrededor de las 6 semanas de vida, comprendiendo entonces un sistema de comunicación específico entre congéneres.
Cuerpo
Al igual que en caso de los perros, los gatos adoptaran posturas para comunicarse dependiendo del motivo que lo origine y el tipo de agresividad que manifestará.
Agresividad Ofensiva
Dentro del repertorio de señas que utiliza un gato para señalar su ataque inminente se incluyen: contacto visual directo, patas posteriores extendidas por completo, orejas dirigidas hacia atrás pero no en su totalidad y pelos de la cola erizados. Pero la posición de la misma no será levantada, sino que estará pegada a los miembros posteriores.
Agresividad Defensiva
Las posturas que corresponden a este tipo de agresión son variables.
Muchas veces el gato se agacha y dirige las orejas hacia los costados y las pliega, dando a entender su predisposición a evitar el conflicto y solo atacará si no tiene posibilidad de huir.
En otras el gato se coloca de costado, con las cuatro patas totalmente extendidas y elevando el lomo con la cola totalmente levantada o en U invertida. Puede además ir acompañada de pelos erizados en la cola y en el lomo y sus orejas se dirigen hacia atrás.
Si hacemos memoria seguramente esta postura la hemos visto sobre todo cuando un perro corre a un gato y este último se encuentra acorralado.
La intención del gato sigue siendo la de evitar el conflicto pero la posibilidad de ataque es mayor que la postura antes mencionada.
Cuando un gato se encuentra en una situación que le genera inseguridad o miedo, muchas veces el primer signo que manifiesta es doblar las patas de atrás. Si además el animal dobla las cuatro extremidades el grado de inseguridad es mayor y la predisposición al ataque también lo es.
Arañar
La manifestación de esa conducta tiene como fin transmitir información visual y también olfativa.
Lo realizan sobre todo en superficies verticales y se cree que la imagen visual dejada luego de realizarlo indica la salud y fuerza del emisor de la señal.
En el próximo artículo desarrollaremos los demás sistemas de comunicación que tiene el gato como forma de transmitir información y que servirán para mejorar nuestra interacción cotidiana y así evitar situaciones inesperadas.
En el artículo anterior empezamos a desarrollar todas las armas que el perro utiliza para comunicarse con sus pares y nosotros.
Dentro del complejo sistema de comunicación, nos habíamos interiorizado en las señales olfativas y auditivas, restando las visuales.
A continuación describiremos algunos aspectos a tener en cuenta sobre la expresión de este tipo de señas para luego reagruparlas y llegar a una interpretación más profunda de lo que nos quiere decir nuestra mascota.
Señales visuales
Quizá éste sea el medio de comunicación que mejor podemos interpretar aunque muchas veces no suele ser tan lineal como creemos y la combinación de posturas es tan o más amplia que un campeonato de cine mudo profesional.
Podemos simplificar entonces las distintas posturas que el animal adopta dividiéndolo en secciones, pero sin olvidar que ellas toman sentido si se entienden como un todo y no de forma aislada.
Orejas
Lamentablemente en algunas razas se sigue practicando el corte estético de orejas como requisito fundamental para expresar de forma “pura” la sangre pedigree del individuo.
Personalmente creo que es innecesario ya que además de interferir con el sistema de señas para transmitir información, predispone a enfermedades auditivas entre otras.
Las orejas paradas pueden ser traducidas como interés por algo en concreto o si se acompaña de gruñidos o exposición de sus dientes con un posible ataque.
Las orejas dirigidas hacia atrás se asocian a estados de duda, miedo o cierta actitud sumisa frente a otro individuo.
Cola
La misma consideración que hicimos en relación al corte de orejas va para la práctica de amputar la cola. De hecho algunos estudios indican que los perros con la cola amputada ladran con mayor frecuencia e intensidad que los perros sin dicha amputación.
Si bien la posición de la cola tiene múltiples variantes, alguna de ellas deben ser reconocidas e interpretadas.
La cola elevada significa cierta autoridad y confianza en sí mismo, que de manifestarlo en grupo y no en soledad puede interpretarse como un animal de rangos jerárquicos elevados.
Cola ligeramente baja pero distante de las patas traseras se interpretan como una cierta tranquilidad frente a la situación en cuestión.
Cuando la cola está entre las piernas nos indica inseguridad y en algunos casos miedo. Un perro con la cola “entre las patas” puede ser tan o más agresivo que un animal dominante si la situación no cambia y se ve obligado a actuar.
La mirada en los perros resulta fundamental. El dicho que establece la capacidad de “oler” el miedo se origina en gran medida justamente en este ítem.
Cuando un perro mira fijo a otro perro o persona significa que quiere imponerse sobre el otro y si no lo logra es posible que se establezca un desafío derivando – si la situación no cambia- en el puntapié inicial de un conflicto.
Nosotros cuando tenemos miedo inconscientemente miramos al perro ya que estamos atentos al posible ataque, lo que dista enormemente de lo que el perro atacante quiere de nosotros. Éste nos gruñe, muestra los dientes, etc. y lo que recibe a cambio es una mirada fija a los ojos, dando a entender que no aceptamos o entendemos el mensaje y por consiguiente queremos el conflicto.
Cuando los ojos están semi cerrados y en dirección contraria al animal desafiante, podemos interpretar la predisposición a evitar el conflicto.
Boca (hocico)
La boca cerrada pero con los labios flexionados enseñando los dientes es una señal inequívoca de amenaza, pudiendo establecerse como la primera señal previo a un ataque si previamente además el animal gruñe.
La boca entreabierta, los labios levantados enseñando los incisivos y el hocico fruncido comprenden la segunda señal de amenaza. Si se presiona al perro éste responderá con un ataque.
Si al conjunto de señales antes mencionado le sumamos la exposición de las encías, o sea retrae los labios en su totalidad, estamos ante un ataque inminente.
Si tenemos la mala suerte de enfrentarnos ante esta situación, nunca debemos salir corriendo. El perro se encuentra en un estado de tensión extremo y ante cualquier movimiento iniciará el ataque.
Es recomendable bajar la mirada, no intentar calmarlo con una sonrisa (el perro no sabe que la risa se utiliza para disminuir tensiones en situaciones conflictivas , al contrario, el perro solo entiende que exponemos los dientes producto de la risa y será tomado como desafío) y retroceder con lentitud.
El bostezo en los perros no tiene el mismo significado que en las personas, o al menos no solo se manifiesta cuando se aproxima o finaliza el tiempo de descanso.
También indica cierto grado de estrés y tensión por lo que debemos prestar atención al entorno cuando lo haga. No es recomendable exponer al animal cuando bosteza a situaciones que aumenten el estrés o disparen la tensión hacia posibles ataques.
Cuerpo
Quizá las posturas que utiliza el perro para comunicarse nos resulte a todos más práctico y familiar. De hecho las expresiones corporales son la sumatoria de las señales antes mencionadas y algún detalle más.
La forma y señas que adoptará el animal van a depender del factor que las inicie y la situación en donde se encuentre.
Dividiremos entonces las posturas corporales en situaciones de juego, alerta, relajado, jerárquico o dominante, sumiso o subordinado y agresividad ofensiva y defensiva.
La postura de juego es fácilmente reconocible y consiste en dirigir y mantener la cabeza, pecho y patas delanteras contra el suelo y mantener las patas traseras y cola levantadas.
Cuando un animal se encuentra relajado las orejas están elevadas pero no dirigidas hacia adelante, la posición de la cabeza es elevada, la boca puede estar entreabierta, la cola se sitúa en posición baja y el animal se encuentra de pie.
El estado de alerta se traduce en un perro parado y ligeramente dirigido hacia adelante, con las orejas que también se disponen hacia adelante, la boca se encuentra cerrada, los ojos están abiertos al extremo y la cola se encuentra levantada.
Un perro dominante incluirá en su postura las extremidades completamente extendidas, la cola levantada y orejas dirigidas hacia adelante. Muchas veces éste sitúa las patas anteriores sobre el lomo de un animal de menor rango o incluso muerde su hocico. Es común que acepte que otro perro le lama los labios.
Las posturas de un perro subordinado en presencia de un perro de mayor rango jerárquico van a ir desde extremidades flexionadas, orejas plegadas hacia atrás y la cola recogida.
Pueden tirarse al piso y mostrar su vientre y zona inguinal separando sus extremidades posteriores
En los episodios agresivos, los perros adoptaran diferentes posturas de acuerdo al tipo de agresividad que esté en curso.
La expresión de una u otra dependerá del tipo de agresividad que este en juego. Las de tipo ofensivas comprenden entre otras a la agresividad jerárquica, territorial y entre perros, mientras que la defensiva comprende a la agresividad por miedo como más importante.
Durante la agresividad ofensiva, aquella en donde toma la iniciativa en el ataque observaremos una postura clásica de perro dominante sumando a su repertorio la exposición de dientes, pelos del lomo erizados y en general tiende a separar los miembros posteriores.
A la inversa, cuando la agresividad es de tipo defensiva el perro adoptara alguna o todas las posturas clásicas de un animal subordinado o sumiso pero se le agrega la exposición de dientes con una marcada retracción de los labios, evitara el contacto visual directo y según algunos autores levantara los pelos del lomo solo cerca de la cabeza y la cola.
Para concluir y a modo de sugerencia es sumamente importante interpretar el lenguaje corporal de nuestra mascota junto con su médico veterinario. Muchas veces las señales que el perro adopta son ambiguas, o sea, varían de acuerdo al motivo que las provoca, cambian de un momento a otro y no siempre son del todo fiables, siendo entonces peligroso concluir lo que nos quieren decir y actuar en consecuencia.
Seguramente la mayoría de nosotros hemos escuchado alguna vez a aquellos viajeros que afirman la existencia de un lenguaje universal para relacionarnos con personas de distinto idioma.
Señas, risas, miradas, cine mudo, etc. son recursos utilizados la mayoría de las veces con cierto éxito para lograr expresar lo que queremos.
El vínculo estrecho que tenemos con nuestra mascota puede ser incluso mayor que con un familiar directo, pero si no sabemos interpretar el diverso sistema de señales corporales que utiliza para comunicarse, es más probable que logremos una charla profunda con un noruego que vivir en armonía con nuestro amigo/a.
Los perros no utilizan el lenguaje verbal como método principal de comunicación entre sus pares. El lenguaje corporal es el que toma protagonismo en ellos y por ello debemos conocer e interpretar su significado.
Esto no quiere decir que los perros no logren interpretar algunas indicaciones y actuar en consecuencia. Obviamente entienden la palabra pero no su significado, esto quiere decir que entiende que debe sentarse luego de decirle “sentado”, pero no por entender el significado de la palabra en si misma, sino por el tono, la intensidad y los movimientos que realizamos al hacerlo.
Podemos usar palabras como «eclipse», «inflación», «lateral derecho» y el perro se sentará si su acción, luego de expresarla, le resulta beneficiosa.
Comunicación
Los perros al igual que otras especies son animales gregarios. Esto implica por ende la necesidad de establecer complejos sistemas de comunicación para lograr una normal convivencia en grupo.
Tanto las señales olfativas, auditivas como visuales serán las encargadas de traducir lo que los perros quieren expresar.
El olfato se utiliza mas que nada para decodificar olores presentes en la orina y en menor medida para la materia fecal y glándulas anales.
Algunos autores sugieren que el marcaje, o sea, la eliminación de orina de poco volumen levantando una de las extremidades posteriores puede ser también una señal visual ya que muchas veces los perros realizan este comportamiento sin eliminar orina.
Los machos lo realizan con mayor frecuencia y dentro de éstos los de mayor rango jerárquico serán los más propensos a manifestarlo.
Cuando defecan se elimina el contendido de las glándulas anales. Ellas contienen feromonas que pueden ser importantes para el reconocimiento de cada individuo, o sea la carta de presentación de cada uno. En general los de mayor rango la exponen y dejan que otro individuo la huela mientras que los de menor rango mantienen la cola recogida.
Se sugiere también que al igual que el lobo, la materia fecal puede transmitir cierta información a un desconocido, de hecho los lobos lo hacen en sus límites territoriales para informar al visitante.
Señales auditivas
La comunicación auditiva comprende al ladrido, gruñido y gemido entre los más comunes.
Ladrido
Los perros ladran más que los lobos y algunos piensan que esto se debe al resultado de la domesticación de los primeros.
Lo que si está claro es que ladran con una frecuencia e intensidad que varía conforme la situación que el animal experimente. Podemos reconocer ladridos para llamar la atención, para saludar, invitar al juego o previo a un evento agresivo.
La causa principal del ladrido es la presencia de extraños en su territorio. De hecho, desde los comienzos de la domesticación este atributo era valorado y deseado.
Algunas investigaciones han logrado establecer el tono, frecuencia y duración del ladrido y asociarla a determinadas situaciones.
Así un ladrido continuo, rápido y de tono medio se asocia a la entrada de alguien a su territorio.
Ladridos rápidos pero que se detienen y se retoman a los 3-4 segundos también se asocia a la presencia de alguien y se le suma el interés de sumar adeptos a la causa, o al menos que alguien investigue.
Ladridos que se entrecortan se pueden interpretar como invitación al juego y ladridos continuos, de todo bajo y lentos se asocian a un posible ataque posterior.
De todos modos, el ladrido debe ir acompañado con señales corporales. Esto significa que las posturas que el animal adopte a la hora de ladrar serán en definitiva la que ayuden a entender el ladrido en cuestión.
Gruñido
Sin dudas este sonido es conocido por todas las personas que tengan o no perros en su entorno más cercano.
En general – y esta bien que así sea- este sonido se asocia a un ataque inminente. Sin embargo durante el juego existe también un gruñido similar al utilizado previo a un ataque y reconocerlo dependerá de otras posturas que acompañen el acto lúdico.
Los gruñidos pueden ser de tono bajo, tono alto, con ladrido posterior y con la exposición de los dientes al mismo tiempo.
Los gruñidos con tonos bajos se relacionan a una amenaza, siendo conveniente dejarle espacio al perro.
Los gruñidos que terminan en ladridos de bajo tono pueden indicar un ataque inminente si se insiste con la postura que origina el comportamiento.
Los gruñidos que acompañan la exposición de dientes indican un grado de agresividad elevado y un final poco feliz si se enfrenta al animal.
Gemido
Este tipo de sonido es habitual en cachorros, siendo el llamado de atención a su madre el principal objetivo.
Cuando son adultos este sonido se ve potenciado si luego de manifestarlo logra ciertos objetivos, como por ejemplo el alimento.
No obstante el dolor o miedo pueden concluir con gemidos intensos.
En el próximo artículo aprenderemos a reconocer las señales visuales que utilizan para poder comunicarse. Posiciones de orejas, cola, mirada y la forma que adopta el cuerpo son las principales. También veremos la manera de actuar frente a distintas posturas corporales del perro.
Si bien el perro es el animal de compañía que más se repite en los hogares del país, el gato ocupa un espacio importante.
Parece lógico pensar que los amantes de gatos busquen con su compañía algunos atributos que el perro no tiene o tiene en menor medida.
El hecho de una cierta independencia a la hora de convivir con un gato permite a los dueños manejar una agenda más laxa de tiempo fuera de casa sin que su mascota se vea perjudicada a corto plazo. Si a ello le sumamos que viven en casas pequeñas, parecerían ser candidatos naturales a optar por un gato como mascota.
Si profundizamos un poco más en los atributos felinos que le da un “plus” a la convivencia con las personas, la higiene es probablemente el más repetido. Éste atributo hace referencias a dos conductas diferentes.
Orinar y defecar en los lugares predestinados para ello es sin lugar a dudas muy valorado por los dueños, pero también la higiene corporal, que se conoce como conducta de acicalamiento, es un punto importante que refuerza el vínculo entre la mascota y las personas.
La conducta de acicalado está directamente relacionada con el cuidado de la superficie corporal del gato. Sin embargo, diversos trastornos tanto conductuales como médicos pueden modificar el tiempo e intensidad de la conducta, interfiriendo con el normal funcionamiento del animal y afectando así su salud.
Casi todos estamos familiarizados con la expresión de esta conducta.
Tienen dos maneras distintas de realizarla; una oral donde utiliza sus dientes y lengua y otra donde usa sus extremidades.
Cuando los gatitos tienen aproximadamente 2 meses comienzan a acicalarse por si mismos y en todos los gatos esta conducta tienen generalmente un orden a seguir, empezando por la cabeza, cuello, miembros anteriores, tronco, miembros posteriores y por último la cola.
Si empiezan el acicalado y algo los distrae es muy probable que cuando vuelvan a hacerlo comiencen desde el principio.
¿Cuál es su importancia?
Según algunos trabajos los gatos dedican del 6 al 8% del tiempo que está despierto a realizar dicha tarea.
Ayuda a la perdida de calor en estaciones calurosas. Cuando se acicala, la saliva que queda en el cuerpo se evapora y con ello contribuye a la termorregulación de modo similar que el sudor en nosotros.
Tiene relación directa en la carga de pulgas y ácaros de la piel. En los animales que se les impide realizar esta conducta se evidencia que el numero de ectoparásitos es mayor que los que si lo pueden hacer.
La saliva también ayuda a reducir el riesgo de infecciones ya que ayuda a combatir las bacterias. De hecho se piensa que el lamido de las zonas genitales y de mamas antes y después del parto tiene que ver con esta función.
Uno de los comportamientos más conocidos de los primates es aquel que se realiza entre integrantes de la familia y se traduce en el aseo del cuerpo por parte de otro individuo. Imágenes de monos sacando pulgas de otro mono son bastante conocidas.
En los gatos, esta conducta de acicalamiento también funciona de esa manera. O sea que reforzaría vínculos individuales dentro del grupo.
A su vez esta conducta sirve para disminuir tensiones o frustraciones. Por ejemplo cuando el gato comienza a realizar un acto- sea éste perseguir un juguete o un ratón- y no logra el objetivo, para y comienzan a lamerse para liberar la energía acumulada que se vio interferida.
Los gatos son especies que nacen no del todo desarrolladas, por lo tanto el lamido por parte de la madre estimula el crecimiento de los gatitos.
Cambios en su duración e intensidad.
Si el gato deja de acicalarse o disminuye notoriamente este comportamiento, puede estar indicándonos un problema de adaptación con el ambiente o la presencia de alguna enfermedad.
Un acicalado excesivo por el contrario puede indicarnos trastornos de tipo obsesivos producto posiblemente de situaciones de estrés crónicas.
Por todo lo antes mencionado es importante tener en cuenta que acicalarse no solo hace referencia a un problema de piel, sino que existen muchos factores que condicionan la conducta y son importantes para la calidad de vida del animal.
Acicalado anormal.
Cuando el veterinario descarta cualquier alteración en la piel que pueda explicar la conducta de acicalado excesivo que incluso lleva a la perdida abundante de pelos y a lesiones en la misma, podemos pensar en un desorden en la conducta que explique el problema.
Técnicamente se le denomina alopecia psicogénica y se manifiesta como un aseo excesivo por un lamido repetitivo o como mordisqueos excesivos en el área afectada.
Muchas veces el problema es tal que afecta el normal comportamiento de nuestro gato, o sea, no realiza otra cosa que acicalarse. Puede afectar zonas específicas del cuerpo como las extremidades, el abdomen o el flanco o bien cubrir grandes zonas del cuerpo.
El estrés, la ansiedad, frustración o condiciones ambientales incorrectas pueden ser causas que inicien la conducta. Con el tiempo, si no se mejoran las condiciones y se trata el problema, el gato puede manifestarlo independientemente de donde se encuentre.
El problema es que con el tiempo esta conducta genera placer debido a desordenes en su sistema nervioso central y por ello cada vez lo realizara con más intensidad y por más tiempo, reforzándose y generando un círculo vicioso difícil de erradicar.
¿En quienes ocurre?
Esta conducta aparece en gatos de cualquier edad, raza y sexo, aunque estudios indican que los gatos siames y otras razas asiáticas son más propensos.
Factores que contribuyen a que se manifieste:
En general los dueños de mascotas que tienen este problema relatan que su gato pasa mucho tiempo acicalándose, masticando y arrancándose el pelo. Al principio – si el dueño castiga al animal cuando lo hace- el gato se esconde para realizar sus aseos.
Los cambios en el entorno y en las rutinas son factores que se repiten cuando se buscan las causas de la conducta. Mudanzas, nuevos integrantes en la casa, cambios en horarios que aumenten los tiempos de aislamiento y soledad en la casa son alguno de ellos.
Aunque es un comportamiento patológico que esta descripto en los gatos, resulta clave el asesoramiento profesional en estos casos.
Si bien esta conducta existe, es más probable que dolencias orgánicas, alteraciones de piel, etc, expliquen la conducta y por ello debemos consultar y descartar.
Una vez realizada la consulta y excluido todas las causas que pueden llevar a un acicalado excesivo, podemos pensar en este problema e instaurar el tratamiento adecuado.
Pronóstico.
Si bien la terapia es a largo plazo, este comportamiento puede en principio controlarse e incluso disminuir su aparición de forma tal de mejorar la calidad de vida de nuestras mascotas.
Se pueden realizar medidas preventivas, apuntando siempre a brindar ambientes apropiados y enriquecidos, interacciones sociales entre el dueño y su gato y realizando siempre los cambios en su entorno de manera paulatina y controlada.
Si existiera una especie de lista de quejas u oficinas que atiendan clientes molestos por el comportamiento que manifiesta su mascota, el ítem “no me deja comer en paz” sería de los más populares.
Sin embargo la posibilidad de que nuestro perro o gato se comporte de esa manera depende casi en su totalidad de nosotros y si la culpa fuese cuantificable, los dueños se llevan gran parte de la torta de responsabilidad.
En Etología Clínica el término utilizado para tal conducta se denomina «ruego» y puede manifestarse con intensidad y formas muy variadas.
Este término se refiere a las actitudes que utilizan los animales para pedir algo de forma constante. Si bien lo utilizan en diversas situaciones, nos centraremos en el comportamiento que se origina con la comida.
La acción de pedir comida es un comportamiento normal aprendido. Es normal que nuestro perro o gato se interese por la comida, pero el acto específico de pedir comida solo se activa si obtuvo al menos una vez un beneficio a cambio del ruego.
La forma de manifestar tal comportamiento varía en cada caso pero tocarnos con la pata, gemir o llorar y subirse a nuestra falda son de las más populares. Otros optan por formas más pasivas como la mirada fija, que a fin de cuentas, termina siendo tan molesta como las anteriores.
¿Cómo se origina?
Si pensamos en los comportamientos instintivos que todos tenemos parecería lógico pensar que uno de los factores que origina esta conducta sea simplemente el hecho de obtener comida para sobrevivir.
A su vez, puede aparecer de forma espontánea debido al olor e incluso la vista, que disparan en el animal la motivación de comerlas.
Si obtiene éxito luego de manifestar alguna de las expresiones antes descriptas simplemente repetirá los mismos patrones la próxima vez dada la efectividad de los mismos.
La comida o sea su objetivo lo pudo haber obtenido de dos maneras distintas pero igual de efectivas.
– Intencionalmente por alguien de la familia.
– Accidentalmente al caer de la mesa.
Otro factor a tener en cuenta es el estado sanitario del animal. Algunas enfermedades tienen como resultado el aumento de la ingestión de comida, por lo tanto debemos acudir a un profesional ante cualquier duda.
Formas de manifestarse.
Algunos animales sólo se comportan de esta manera cuando nuestra comida se pone en juego en dos momentos específicos; durante la preparación de la comida en la cocina o mientras nos sentamos a comer.
Muchas veces en la cocina no molesta tanto como en la mesa y allí sí obtiene comida luego del ruego. El problema es que perros y gatos no entienden de arquitectura o funciones de living-comedor y cocina, por ende, es lógico que lleve su comportamiento a todas partes.
Otras mascotas logran anticipar el momento de su propia comida y piden cuando se aproxima la hora de comer o cuando tienen hambre.
Sin importar la forma o el momento de manifestar la conducta, todas ellas han sido recompensadas de alguna manera.
Otro punto clave que se suma a la intensidad y perseverancia de la conducta es el hecho de obtener el beneficio de forma intermitente. O sea, cuando reciben beneficios cada tanto, el comportamiento se mantiene y refuerza por mas tiempo. Si a su vez, cuando el animal manifiesta acciones sutiles no recibe nada a cambio y al aumentar la intensidad de las mismas obtiene su recompensa, el problema es cada vez mayor.
Factores que ayudan a su aparición.
Obviamente si alguien de la familia accede al pedido del animal, ya sabemos el origen del problema. Existen datos que agrupan a niños, abuelos y visitas dentro del grupo de los más permeables al pedido. Se puede sumar a las personas que viven solas, ya que es habitual y hasta natural compartir la comida.
Los lugares donde se elige comer también cumplen su rol. Aquellos que comen en el sofá, la cama o en lugares donde el animal tiene fácil acceso por lo menos de forma visual, tienen más posibilidades de sufrir los pedidos.
La inestabilidad en cuanto a los horarios donde el animal recibe su alimento también es importante, como lo es la costumbre de darle las sobras o el plato para lamer una vez finalizado nuestra comida.
No debemos olvidar que condiciones fisiológicas (gestación por ejemplo) y algunas enfermedades pueden ser las causantes del problema, por ello debemos recurrir al Veterinario.
¿Que hacer en estos casos?
Cuando los animales realizan actos que no traen consigo consecuencias positivas, luego de determinado tiempo simplemente se extinguen. Por lo tanto la forma más efectiva de solucionar este problema es ignorar todo tipo de pedidos de forma rigurosa y siempre.
Ignorar significa no mirar, no hablar y no tocar, lo que en principio parecería imposible. Sin embargo podemos tomar medidas previas que minimicen, al menos algo, la intensidad de los pedidos.
Para ello podemos:
– Alimentarlo antes de forma tal de que el hambre no sea un factor facilitador de la conducta
– Redirigir su atención hacia otra cosa. Se le puede ofrecer su comida, orejas comestibles, palitos u golosinas para mascotas.
– Limitar el acceso al lugar donde se come.
Todas las medidas a tomar van a depender del animal, de la intensidad del comportamiento y del compromiso familiar para eliminar este problema.
Un dato a tener en cuenta y que puede revelar cierta complicidad por parte de algún integrante de la familia para con el animal es la ubicación del perro o gato a la hora de comer. Si todos los días el perro se sienta próximo a la abuela, por ejemplo, y la mira constantemente, seguramente el perro sea recompensado por ella de alguna manera.
Prevención
Al ser un comportamiento normal, la única forma de evitar esta conducta se logra cuando son cachorros.
Seguramente intenten acceder a nuestra comida mirando, llorando etc, pero si nunca recibe nada a cambio la conducta se extinguirá. Podemos establecer incluso rutinas que beneficien al animal a la hora de comer pero que no resulten molestas para nosotros.
El vinculo que las personas construyen con su/sus mascotas depende en gran medida de aspectos individuales de cada persona, la función para la cual recurrió a ella, los beneficios que brinda la presencia de un animal en la rutina, entre otros.
La expresión de ese vínculo, o sea la manifestación de sentimientos que involucran a ambos también depende de esos factores y otros. Desde palabras cariñosas, miradas casi románticas, caricias eternas y hasta besos son moneda corriente.
Recuerdo escuchar casi a diario expresiones como “¡No te dejes lamer por ese perro, andá a saber que hizo antes!” o “¡Qué chancho, eso no!”. Con los años y dada mi profesión pude investigar que tan real eran esas expresiones que ponían en duda la condición sanitaria de mi mascota. Sin embargo no cambiaron mucho la forma de relacionarme con ellos, ahora era un “chancho” con conocimiento de causa.
Los perros y gatos tienen comportamientos que para nosotros son incomprensibles, asquerosos y hasta innecesarios. Uno de ellos es el hábito de ingerir la materia fecal ya sea propia o ajena.
En Medicina Veterinaria esta acción se denomina coprofagia y como todo en comportamiento animal, éste puede ser normal pero inaceptable por parte del dueño, o puede ser la punta del iceberg de enfermedades más severas.
Este comportamiento se evidencia más en perros que gatos y es más común que ingieran sus propias heces que las de extraños.
¿Por qué lo hacen?
Las causas que motivan la conducta son múltiples, entre las que se destacan:
Simple exploración:
Durante la vida de los perros la exploración de su entorno mediante el uso de sus sentidos es algo normal.
El perro observa su entorno, olfatea el ambiente, escucha y recibe información sobre ellos, mediante el tacto también concluye algunos aspectos y el sentido del gusto también se involucra en los recursos de investigación del animal.
Así que probar la materia fecal puede ser un aspecto normal y necesario.
En general esta conducta se evidencia más en animales jóvenes.
Si le sumamos un ambiente no muy rico para explorar (jaulas, patios estériles, etc.) puede usar el sentido del gusto en mayor medida para calmar su comportamiento innato de exploración.
Algunos investigadores han postulado aspectos que tienen que ver con el crecimiento del animal. El desarrollo neurológico se relaciona a componentes que se encuentran en altos niveles en la materia fecal, por ello ingerirla puede ser un aspecto positivo en los jóvenes
Comportamiento maternal:
Los cachorros hasta cierto tiempo después de nacidos necesitan ser estimulados por el lamido de la madre para orinar y defecar ya que no pueden hacerlo por sus propios medios. Una vez que lo hacen es normal que la madre ingiera la materia fecal de éstos con el fin de mantener el ambiente lo más limpio posible.
Gusto:
En la boca y lengua existen ciertos receptores gustativos que se estimulan gracias a la textura, sabor y olor del alimento. Ello hace que disfruten de su ingestión. Aunque suene incomprensible la materia fecal -sobre todo la de gatos- cumple con estos requisitos y los perros la prefieren.
Hambre:
Los perros pueden hacerlo simplemente porque tienen hambre.
Muchas veces comen su ración pero ésta no es la adecuada, la frecuencia no es la debida o la cantidad resulta insuficiente.
Además, los que sufren de problemas intestinales o pancreáticos por ejemplo pueden necesitar más nutrientes.
Llamado de atención:
Si cuando el perro ingiere la materia descubre que con ello logra llamar la atención de o los dueños, puede recurrir a ello en los momentos que necesite atención y establecerse como llave para obtener algo.
Otros:
Los animales que sufren de ansiedades crónicas cualquiera sea su origen pueden utilizar esta conducta como mecanismo de defensa para enfrentar dicha ansiedad.
Al igual que las personas que sufren compulsión oral, los perros pueden derivar esta enfermedad en la ingestión compulsiva de la materia fecal.
¿En quienes se presenta?
En general se da más en jóvenes pero ninguna etapa de la vida del animal está exenta de padecerlo.
Tampoco hay una raza que lo manifieste más que otras.
¿Qué factores influyen en su aparición?
Los perros que tienen un ambiente pobre, poco estimulado y pequeño tienen más probabilidades de manifestar esta conducta.
Los que tienen fácil acceso a la materia fecal de los gatos también tienen mayor riesgo.
Una dieta incompleta tanto en calidad como en cantidad aumenta significativamente las chances de aparición.
Enfermedades que dificultan el normal funcionamiento de su sistema digestivo también juegan un papel importante en este comportamiento.
¿Qué hacer en estos casos?
Debido a que las causas médicas siempre pueden estar presentes y son en general las que justifican el síntoma, recurrir al veterinario resulta primordial.
En la consulta además debemos asesorarnos sobre el tipo, cantidad y frecuencia alimenticia que necesita nuestra mascota para estar seguros de que las necesidades nutricionales están contempladas.
La presencia de parásitos en el tracto intestinal puede contribuir al mal equilibrio nutricional aunque el alimento sea de buena calidad, por ello también debemos estar atentos en este aspecto.
Luego de que las posibles causas médicas fueron contempladas, podremos tomar medidas en cuanto al manejo del animal para eliminar el comportamiento.
– Reducir la disposición de materia fecal limpiando el lugar luego que defeca.
– No permitir las salidas sin nuestra presencia si el animal no defeco.
– Colocar las bandejas sanitarias de gatos en lugares donde el perro no llegue.
– En los paseos usar bozal de canasta o dogal de modo tal que luego de defecar no pueda acceder a ella y premiarlo con algo rico. De esta manera el animal asociara que luego de defecar tendrá una recompensa y no estará atento a sus heces.
– Debemos enriquecer el ambiente donde se encuentra el animal. Juguetes, comida escondida son adecuados.
Si bien estas medidas son solo orientativas, existen técnicas más complejas que se acoplaran a casa caso individual para tener un éxito mayor.
Si el problema tiene ya un tiempo de duración prolongado, la resolución del mismo puede ser más compleja.
Es común escuchar entre los amantes de mascotas que perros e incluso gatos son el reflejo de sus dueños, ya sea por parecidos físicos o por el modo de relacionarse con el mundo.
Si bien este dicho popular no se entiende de forma literal, es posible que en algún punto roce lo cierto.
En muchos países la obesidad en humanos es de las enfermedades que se presenta con mayor frecuencia, representando no solo un problema en si mismo, sino que padecerla puede llevar a la manifestación de otras dolencias.
En los perros y gatos, parecería ser que sucede lo mismo. Según algunos autores, entre el 20 y el 40 % de ellos son obesos.
La mayoría de los lectores de este artículo tendrá algún recuerdo familiar que relacione el comer con la salud. Abuelas con meriendas interminables eran algo habitual para las que podían hacerlo y las que no, al menos lo intentaban de forma teórica.
En los perros y gatos este acto se repite. Es muy común en la clínica escuchar el orgullo que siente el dueño por el estado “regordete” de su mascota.
En las personas parece ser más fácil acceder a un diagnóstico de obesidad, ya sea por el aspecto, por la carga emocional, por lo que la sociedad nos impone como normal etc. En las mascotas sin embargo el límite es bastante más difuso.
Se puede pensar que una persona obesa puede tener más posibilidades de tener una mascota con el mismo problema. Si bien no hay datos concluyentes al respecto algunos estudios concluyeron que más de la mitad de los pacientes obesos corresponden a personas obesas.
De la misma forma, parece que los dueños con más de 40 años tienen el doble de posibilidades de vivir con una mascota obesa que los de menor edad.
¿Qué es la obesidad?
La obesidad como tal se puede definir como el aumento de tejido graso de manera excesiva que lleva en consecuencia al daño e interferencia de las funciones del organismo.
¿En quiénes ocurre?
Esta enfermedad puede ocurrir en cualquier raza de perro y gato, sin embargo algunos estudios encontraron mayor incidencia en razas específicas.
Labrador, Basset, Cocker, Collies, Beagle, Dachshund, Terriers en perros y mestizos por sobre los de raza pura en gatos.
Si hablamos de sexo, las hembras la padecen más que los machos, y las que han sido castradas tienen más incidencia que la que no lo fueron.
Si bien existen explicaciones de origen fisiológico que involucran estímulos para comer y para dejar de hacerlo, la explicación profunda de ellos escapa el objetivo de este artículo.
Desde causas de origen cerebral, indicadores sanguíneos, receptores específicos, enfermedades, fármacos y demás son el combo que explica las posibles causas.
Sin embargo debemos retener un dato que puede explicar algunas frustraciones a la hora de poner a dieta a nuestro/a amiga.
Cuando el cachorrito o gatito se está desarrollando, el tejido adiposo (donde se alojan las grasas) crece tanto en tamaño como en número. En la adultez, las células no se reproducen más sino que sólo crecen en tamaño las ya existentes. Esto quiere decir que los cachorros o gatitos que son obesos desde el comienzo del desarrollo son pacientes mucho más difíciles de tratar que los que son obesos solo a la edad adulta.
Resulta lógico que la actividad física tiene relación directa con esta enfermedad. Animales sedentarios, sin actividad física y con dietas pensadas para perros o gatos más activos, tienen altas chances de aumentar de peso.
A su vez, los perros en particular tienen un comportamiento alimenticio que poco tiene que ver con la vida hoy en día. Sus ancestros comían lo que podían si había disponibilidad de alimento, ya que nada les garantizaba que ello se repita en los próximos días.
Sumemos a las múltiples causas un poco de responsabilidad de nuestra parte. La gran mayoría de nosotros los alimentamos “cada tanto” con nuestras comidas, sean estas pastas, quesos, carnes o dulces.
¿Qué hacer?
Debido a que las causas que llevan a la obesidad son múltiples, es recomendable que acuda a su veterinario para llegar a un diagnostico adecuado. No olvidemos que este problema puede traer consigo consecuencias muy graves que muchas veces comprometen seriamente el futuro del animal.
Daños al corazón, problemas renales, dificultades articulares son alguna de ellas. En los gatos este trastorno trae consigo inconvenientes a nivel hepático que peligran la vida del animal. Por ello no es para nada recomendable recurrir a dietas caseras en ellos ya que el descenso de peso de forma anormal es muchas veces peor que la enfermedad.
Por ello es imprescindible la evaluación profesional, sea para confirmar el problema o simplemente para asesorarse y prevenirlo.
Al mismo tiempo se pueden iniciar tratamientos que harán énfasis en la reducción grasa.
El ejercicio es el principal aliado en estos casos. Por regla general un perro mediano debería caminar unos 3-5 km diarios, siempre y cuando no tenga contraindicaciones médicas.
En el caso de los gatos que viven dentro del hogar, enriquecer el ambiente con cajas, bolsas, lugares para trepar, juguetes, etc. darán el ejercicio adecuado. Obviamente debemos estimular el ejercicio nosotros con pelotas, objetos colgantes y demás por unos 10-15 minutos a razón de 3 o 4 veces al día.
Otro punto importante hace referencia a la forma de alimentar al animal. Necesariamente debemos saber la cantidad que necesita y no dar “a ojo”, cada tanto o cuando ellos quieran. Lo mismo ocurre en los gatos.
Debemos descartar de plano el acceso a comidas fuera de hora y limitar el acceso a zonas donde están los alimentos, basura, etc.
Dentro de estas medidas simples, el compromiso del grupo familiar es vital. De nada sirve esforzarse si alguien de la familia sigue con el formato anterior de relacionamiento. Si sospechan de alguien que aún es cómplice de nuestra mascota, aquí les va una ayuda; si a la hora de comer el perro o gato se dirige siempre a la misma persona por días o semana, es seguro que esa persona aún le da alimento.
Si el perro o gato sólo ronda la mesa pidiendo a todos por igual, podemos estar tranquilos.
Prevención.
La alimentación o mejor dicho, los requerimientos nutricionales de nuestras mascotas son distintos según sea la etapa de vida en que se encuentre.
Cachorros, adultos y viejos difieren tanto en cantidad frecuencia y composición del alimento.
Conocer los pormenores de ello es simple y la consulta en este punto es esencial.
Con ello podremos asesorarnos de la cantidad que requiere el animal, la frecuencia y hasta que tipo de alimentación necesita según la etapa de la vida en la que se encuentre nuestra mascota.
Recuerde que esta enfermedad es muy difícil de revertir, no sólo por lo caro que resulta la alimentación para bajar de peso, sino por todo lo que hablábamos antes. Cuanto antes llegue al veterinario, mayor serán las posibilidades de éxito.
Todos o casi todos conocemos historias, relatos o leyendas sobre animales que realizan diversas manifestaciones de cariño, tristeza y hasta lealtad hacia un ser querido que dejó de existir.
Hace algunos meses se divulgó en los medios la imagen de un perro que apoyaba la pata delantera sobre el ataúd de su fallecido dueño y no tardaron en llegar reflexiones muy emparentadas a nuestro comportamiento en situaciones similares. «Parecía que era consciente de lo que pasaba”, «fue la manera que encontró de dar su último adiós» y conceptos similares fueron moneda corriente y abren el debate sobre qué es lo que realmente sucede en la “cabeza” del perro.
Diversos estudios han tratado de explicar este y otro tipo de comportamientos (no querer irse del cementerio, llorar en los entierros y hasta vivir al lado de la tumba del dueño) y han llegado a conclusiones bastante interesantes.
En un grupo de perros se pudo constatar que dos tercios de ellos sienten letargo (desgano) y falta de apetito luego de la muerte de algún integrante de su grupo, sugiriendo que son capaces de modificar su comportamiento normal por un hecho puntual de pérdida.
Sin embargo también existen otro tipo de estudios que buscan explicar estas historias ahondando en el comportamiento canino debido como herramienta para conocer su estado emocional.
Sugieren que los perros son bastante susceptibles a las señales que nosotros le damos y así, en algunos trabajos donde se escondía comida en cajas sin posibilidad de ser visibles para perros y gatos, la mayoría se dirigía hacia las cajas donde los técnicos señalaban o miraban.
Si trasladamos estos resultados al caso del perro y el ataúd, en éste la mayoría de las personas dirigen su atención hacia el ataúd lo que podría incentivar al perro a direccionar su interés e incluso tocar lo que todos observan.
Poco tiempo atrás en la Universidad de Goldsmiths, Londres, los investigadores aseguraron que “los cánidos son capaces de distinguir cuando las personas están tristes”. El estudio sugiere que los perros domésticos expresan empatía cuando se enfrentan a seres angustiados.
De forma resumida, se exponía a los perros a personas desconocidas que realizaban diversos actos, uno de ellos fingir el llanto. La mayoría de los perros respondieron y se dirigieron a la persona que lloraba de manera sumisa.
Como vemos hay de todo y para todos los gustos. Están los que creen de forma enfática que el comportamiento que manifiestan es casi humanoide y están los escépticos a todo tipo de interpretación antropomórfica y buscan los caminos para explicarlo.
Lo cierto es que al ser una expresión conductual, ella está libre a las interpretaciones que cada cual le otorga y será muy difícil llegar a un punto medio, ya que aquí como en muchos aspectos, juega la fe además de lo racional.
Sin embargo, en la Etología Clínica Veterinaria esta descrito el comportamiento de duelo.
Si buscamos su definición veremos que se describe como «tristeza por la muerte o perdida de un ser querido».
Como decíamos en párrafos anteriores, nosotros no podemos confirmar el estado emocional de un perro o gato, sin embargo no implica que no sientan tristeza. La perdida (humano/animal) puede llevar consigo ciertos cambios en la estructura familiar y con ello modificar algunas conductas futuras.
¿Cómo se puede manifestar este comportamiento?
Tanto gatos como perros pueden mostrar diversos signos que evidencian un cambio en su conducta.
Se reconocen en mayor intensidad:
– Mayor tiempo de sueño
– Falta de apetito
– Miedo o ansiedad
– Perdida de los hábitos higiénicos ( orina y defeca donde no debe)
– Agresión o irritabilidad
Todos ellos y otros se verán afectados en cuanto a intensidad, forma y duración si el sufrimiento de nosotros es mayor, si la relación de la mascota era muy estrecha, si la rutina cambia, si dormían juntos, si jugaban juntos, si el alimento se relacionaba directamente con el integrante que falta, si la relación era de subordinado, etc., sea este humano o animal.
De todas maneras siempre debe ser evaluado por un profesional veterinario ya que muchos signos pueden ser coincidentes con el suceso y no tener relación directa.
¿Qué hacer en estos casos?
Si bien la mayoría de los síntomas desaparecen con el tiempo y luego que todo vuelve a la normalidad, muchas veces es bueno tomar ciertas iniciativas para estimular a la mascota a superar rápidamente el momento.
Es común acudir al reemplazo de la mascota perdida por otra. Debemos evaluar esa posibilidad con mayor profundidad.
Es posible que la nueva mascota no cumpla el rol social del anterior, puede generar mayor estrés y dar más problemas que soluciones.
Podemos asumir ciertos roles que impliquen una referencia para el animal. Incentivo a juegos, interacciones sociales mas prolongadas, cambios en su rutina traducido en salidas mas frecuentes, periodos de obediencia ,etc.
De la misma manera debemos otorgar un ambiente amigable, predecible y rutinario.
En la mayoría de los casos, el tiempo será un aliado y superarán la pérdida.
De todos modos, dependiendo del rol, educación e interacción social del animal, la pérdida puede ser la llave que abra problemas más complejos que llevaran a conflictos y una convivencia poco agradable.
Cuando llega un perro o gato a casa, en general se tiende a pensar en dos o tres aspectos fundamentales para la salud del futuro compañero/a. Desparasitarlo e iniciar el plan de vacunas son los que repiten con mayor frecuencia.
Gracias al interés creciente por la salud animal los términos “enfermedad del cachorro”, “joven edad”, etc. son en principio bastante conocidos. Este hecho ayuda no solo a los veterinarios que insisten en la prevención de enfermedades, sino que tiene relación directa con la salud del animal.
Sin embargo este conocimiento también ha estancado las enfermedades infecciosas de este tipo en un periodo de tiempo en la vida de las mascotas. Joven edad y enfermedad del cachorro son términos referentes a ese periodo de la vida, pero las enfermedades infecciosas no conocen de edades y pueden presentarse en cualquier momento de la vida.
Es correcto pensar que tienen más posibilidades de infectarse los animales jóvenes, pero adultos y más que nada los pacientes de edad avanzada pueden ser blanco de este tipo de virus, dando como resultado serios problemas en su salud al igual que en los más pequeños.
¿De qué enfermedades hablamos?
De forma resumida las enfermedades virales que se trata de prevenir con las vacunas en perros son: Parvovirosis, Distemper canino o moquillo, Coronavirosis, Hepatitis infecciosa canina y Parainfluanza canina.
En el caso de los gatos, que también deberían ser vacunados no solo para brindarle protección sino como estrategia preventiva de eventuales brotes de rabia, las vacunas logran protección contra: Rinotraquetitis Viral Felina, Calcivirus Felino y Panleucopenia Felina.
A su vez, dentro del paquete de enfermedades que se previenen con las vacunas la Leptospirosis (perros) y la Rabia (perros y gatos) cobran mayor interés dado que son enfermedades que pueden ser transmitidas al humano con severas consecuancias, incluso fatales.
Hoy en día la rabia no está presente en el país, sin embargo el riesgo de convivir con ella a futuro es posible.
¿Cómo saber si nuestra mascota está enferma?
Como vimos, dentro del grupo de agentes infecciosos implicados se encuentran dos (Leptospirosis y Rabia) que deben ser tenidas en cuenta por sus repercusiones en la salud tanto humana como animal. El asesoramiento profesional personalizado es primordial en estos casos, sea para conocer cómo prevenirlas, cuáles son sus síntomas entre otras.
Dicho esto podemos ahora si agrupar las demás enfermedades en un conjunto de síntomas que si se reconocen a tiempo, pueden influir de forma positiva en el pronóstico del animal.
En el caso de los perros todas ellas en general cursan con una sintomatología que progresa de menos a más en el transcurso del tiempo.
Lo primero que podemos evidenciar es:
* Decaimiento. De aquel cachorro que no nos dejaba en paz a toda hora, pasamos a un cachorro que no juega, duerme más de lo normal y busca lugares apartados de la casa.
Lo segundo que podemos notar es:
* Falta de apetito. Puede ser que coma menos de lo habitual, que huela la comida y no se interese o directamente que deje de comer.
Lo mismo ocurre con la ingesta de agua.
Por último, aparecen síntomas más claros como:
* Vómitos y diarrea. Los vómitos pueden ser con contenido alimenticio, solo de jugos gástricos o incluso simplemente arcadas. Respecto a la diarrea, en general son explosivas y liquidas muchas veces de color rojizo (sangre) y con un olor fuerte y ácido.
Es importante saber también que en el caso del Distemper canino los cuadros neurológicos y respiratorios también pueden presentarse.
Movimientos musculares de forma involuntaria, lagañas y mucosidad en la nariz son formas frecuentes de aparición.
En los gatitos los síntomas son evidenciados más que nada en el aparato respiratorio. Resfríos leves, estornudos, aumento de salivación, tos, conjuntivitis, lagrimeo son alguno de los más frecuentes.
Pero también pueden evidenciar falta de apetito vómitos, diarreas amarrillas o hemorrágicas, dolores abdominales entre otras cuando el responsable es la panleucopenia felina.
Este tipo de enfermedades son causadas por agentes virales en su gran mayoría, lo que limita mucho las posibilidades terapéuticas. En la clínica se trabaja sobre todo en los problemas secundarios que la enfermedad origina y dependemos mucho de la rapidez con que el paciente acuda a consulta y de factores individuales del paciente entre otros.
Por ello es de suma importancia vacunar a nuestros cachorros.
No existe consenso entre todos los veterinarios sobre un protocolo único de vacunación, ya que muchas veces el inicio del mismo depende de la historia del cachorro, su estado general, etc.
Por lo tanto cuando llegue un nuevo integrante a casa sin importar su edad, lo primero que deberíamos realizar es una consulta veterinaria, aún si éste llega con documentación que avale sus vacunas.
Un factor a tener en cuenta es la permanencia del virus en el ambiente. Algunos de ellos tienen una sobrevida fuera del huésped muy prolongado, que incluso puede llegar a varios años. Por lo tanto si ya tuvimos una experiencia de este caso, debemos consular antes, de forma tal de evaluar alternativas antes de adquirir el cachorro.
Los cachorros y gatitos puedes contraer parásitos antes de nacer, cuando maman y obviamente en el ambiente. Si bien la mayoría de ellos son específicos y afectan al perro/gato, existen parásitos que bajo condiciones inadecuadas de higiene pueden afectar a personas, sobre todo a niños.
Por lo tanto siempre debemos asesorarnos en este aspecto ya que existen métodos para realizar una desparasitación segura, sencilla y eficaz que puede iniciarse a muy temprana edad.
Para finalizar, además de la vacunación y desparasitación es necesario realizar medidas preventivas para evitar la exposición del cachorro a las fuentes infectantes. En el caso de los gatos también se puede hacer.
La mayoría de ellas se transmite por materia fecal y secreciones mucosas, por lo tanto exponer al cachorro a zonas donde es frecuente la presencia de perros desconocidos no es lo ideal.
En el artículo publicado el 31 de octubre (hacer click aquí para verlo) que hace referencia a la sociabilización de las mascotas y su importancia, hacemos referencia a formas de no aislar al cachorro del mundo exterior y a su vez cuidar su salud.
Un aspecto que considero de suma importancia es la autentificación de las vacunas. Los componentes que permiten desarrollar la inmunidad tienen ciertos cuidados que deben ser respetados. Respetar las condiciones de temperatura , aplicarlas luego de una evaluación profesional y en la edad apropiada son factores a tener en cuenta.
Muchas veces adquirimos cachorros con vacunas que, sin embargo, no cuentan con la certificación correspondiente. Esto solo retrasa el plan de vacunas y podemos cometer errores innecesarios.
A fin de cuentas las vacunas no son caras en si mismas, el valor se justifica cuando son aplicadas con criterio profesional asegurando así una correcta prevención.
Una vez que el cachorro/gatito finalice el plan de vacunación que el profesional utilizó, deberán revacunarse todos los años. Como dijimos líneas arriba, estas enfermedades pueden presentarse en cualquier etapa de la vida del animal.
A lo largo de la historia los gatos han pasado por numerosas etapas respecto a lo que generan en las personas. Tanto la adoración extrema como el odio absoluto formaron parte de la historia del gato doméstico.
Desde reencarnaciones faraónicas y nexo con los dioses hasta la mala suerte, la brujería y el posible ”representante” de Satanás en la tierra, los gatos lograron mantenerse en pie y llegaron finalmente a ser parte de nuestra vida.
Sin embargo y aunque parezca mentira en los tiempos modernos, el gato y las embarazadas son un tema de controversia, ignorancia, paranoia y misterio.
Toxoplasma Gondii
Este parasito puede ser contraído por cualquier persona que se exponga a sus formas infectantes, pasando inadvertida en la mayoría de ellos.
En las mujeres embarazadas la situación cambia ya que de infectarse con toxoplasma en esta etapa, o reactivarse la infección por problemas en su sistema inmune, puede transmitir el problema al feto por vía placentaria, poniendo en riesgo la salud y hasta la vida del futuro bebé
El objetivo de este artículo no será reemplazar la consulta médica de una mujer embarazada ni mucho menos, pero si intentaremos aclarar algunos puntos respecto a cómo se transmite la enfermedad y la posibilidad real de contagio.
La idea surge luego de mantener una conversación con un médico y evidenciar -al menos eso pienso- ciertas estrategias para combatir la transmisión y contagio que son difíciles de realizar por parte de personas con gatos.
Dentro de las recomendaciones que se manejaban, consideré que una de ellas era sumamente difícil de llevar a cabo:
“Si tienen gatos en casa, lo mejor es deshacerse de ellos”
Aunque no tenga mucha experiencia en el medio, creo que la posibilidad de que una persona arraigada a su mascota se desprenda de ella de un día para el otro es casi nula, sin embargo explicarle cuales son las medidas que debe tomar para disminuir drásticamente los riesgos de contagio aún con el gato en casa creo tiene más éxito.
De hecho, si aconsejamos eliminar el gato y ello no ocurre, tenemos dos problemas; el gato sigue en la casa y la persona desconoce cómo prevenir el contagio.
Sin embargo explicando realmente cuales son las formas posibles de contagio en casa, nos aseguramos que si el gato no se fue, al menos la persona está informada, y así mitigara los riesgos.
Lo mismo debería ocurrir con grupos de personas que se consideran de alto riesgo como los inmunodeprimidos por trasplantes, infectados con HIV, bajo tratamiento oncológico, etc
¿Qué es la toxoplasmosis?
Es una enfermedad infecciosa cuyo agente causal es un parasito llamado Toxoplasma Gondii, que afecta tanto a personas como animales. Dentro de éstos, se incluye un número importante de mamíferos, aves, roedores, etc. Dentro de los primeros, los de consumo habitual como ovinos, bovinos, cerdos, etc, son de importancia epidemiológica.
Esta enfermedad es una zoonosis, por lo tanto puede contagiarse de animales al hombre.
Los gatos (domésticos y salvajes) son los únicos animales donde el parasito produce huevos y es por ello que se lo conoce como huésped definitivo. En las personas y resto de animales, el parasito no produce huevos y se les llama huéspedes intermediarios.
Los gatos adquieren este parasito al comer carne cruda de animales que tienen el parasito alojado (quiste) o cuando ingieren huevos infectantes que otros gatos dejaron en el agua, materia fecal o suelo.
El resto de los animales se contagia al ingerir huevos en las pasturas contaminadas con materia fecal de gatos, o incluso el agua.
En los humanos la transmisión puede darse:
– al ingerir carne mal cocida de estos animales que contrajeron la enfermedad en las pasturas
– ingiriendo agua o alimentos contaminados con huevos (verduras por ejemplo)
– Ingestión de huevos por niños que comen tierra o arena contaminada
– Transmisión congénita.
– Manejo inadecuado de la bandeja sanitaria de gatos y otros objetos
– Transfusión sanguínea
Estas son alguna de ellas, o las más importantes a tener en cuenta, de todos modos es necesario consultar con el médico actuante para asesorarse como corresponde.
A su vez no todas las personas embarazadas tienen riesgo, por ello la consulta es primordial.
¿Por qué decimos entonces que el riesgo de contraer la enfermedad se puede disminuir aun viviendo con nuestro gato?
Una vez que el gato adquiere el parasito, luego de un período variable de reproducción en su intestino, se eliminara por materia fecal huevos de toxoplasma por un tiempo que va desde los 10 a 20 días aproximadamente.
Pero la clave es que estos huevos NO SON INFECTANTES, para ello necesitan de 1 a 5 días de maduración en el medio exterior.
A su vez los gatos no eliminaran huevos toda su vida, en gatos sanos el sistema inmunitario logra eliminar al parasito y con ello la eliminación de huevos. Este proceso ocurre en aproximadamente 15-30 días.
Por lo tanto si tomamos en cuenta que se necesita un tiempo para que esos huevos logren ser infectantes, tomando medidas preventivas adecuadas es muy poco probable que las personas que conviven con gatos tomen contacto con huevos ”peligrosos”.
Prevención.
Para lograr realmente una adecuada prevención deberíamos tener claro las vías de contagio más probables, tanto del gato como las nuestras.
En el gato:
1.- comer carne cruda o visceras de ovinos, caprinos, porcinos, bovinos, etc. infectados, o animales vivos como roedores, pájaros, etc.
2.- ingestión de huevos del suelo, eliminados por otro gato enfermo. Los huevos pueden ser viables por meses o incluso años
Debido a que mi profesión es la Veterinaria, no corresponde que enumere en detalle las vías de contagio en las personas ya que para ello están los médicos. De todos modos eso no quita una responsabilidad social en este caso ya que esta enfermedad está claramente conectada entre animales y humanos.
De hecho creo que el trabajo en equipo ayudaría a disminuir la prevalencia de la enfermedad y al abandono de gatos de forma secundaria.
En el hombre y según numerosos estudios, la forma más probable de contraer el parásito es por consumo de carnes crudas o semi crudas con quistes.
La que le sigue es el consumo de verduras contaminadas y mal lavadas.
Por lo tanto y como conclusiones generales:
– eliminar de la dieta del gato las carnes y visceras, y evitar que salga al exterior.
– limpiar con guantes la bandeja sanitaria dos veces por día de forma tal de asegurarse que los posibles huevos no serán infectantes.
– mantener una rutina de aseo de manos luego del contacto con el gato
– Llevar a su gato al veterinario ante posibles dudas.
Respecto a los perros, ellos no representan ningún tipo de riesgo a la hora de hablar de toxoplasmosis y la convivencia con nosotros.
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