El vinculo que las personas construyen con su/sus mascotas depende en gran medida de aspectos individuales de cada persona, la función para la cual recurrió a ella, los beneficios que brinda la presencia de un animal en la rutina, entre otros.
La expresión de ese vínculo, o sea la manifestación de sentimientos que involucran a ambos también depende de esos factores y otros. Desde palabras cariñosas, miradas casi románticas, caricias eternas y hasta besos son moneda corriente.
Recuerdo escuchar casi a diario expresiones como “¡No te dejes lamer por ese perro, andá a saber que hizo antes!” o “¡Qué chancho, eso no!”. Con los años y dada mi profesión pude investigar que tan real eran esas expresiones que ponían en duda la condición sanitaria de mi mascota. Sin embargo no cambiaron mucho la forma de relacionarme con ellos, ahora era un “chancho” con conocimiento de causa.
Los perros y gatos tienen comportamientos que para nosotros son incomprensibles, asquerosos y hasta innecesarios. Uno de ellos es el hábito de ingerir la materia fecal ya sea propia o ajena.
En Medicina Veterinaria esta acción se denomina coprofagia y como todo en comportamiento animal, éste puede ser normal pero inaceptable por parte del dueño, o puede ser la punta del iceberg de enfermedades más severas.
Este comportamiento se evidencia más en perros que gatos y es más común que ingieran sus propias heces que las de extraños.
¿Por qué lo hacen?
Las causas que motivan la conducta son múltiples, entre las que se destacan:
Simple exploración:
Durante la vida de los perros la exploración de su entorno mediante el uso de sus sentidos es algo normal.
El perro observa su entorno, olfatea el ambiente, escucha y recibe información sobre ellos, mediante el tacto también concluye algunos aspectos y el sentido del gusto también se involucra en los recursos de investigación del animal.
Así que probar la materia fecal puede ser un aspecto normal y necesario.
En general esta conducta se evidencia más en animales jóvenes.
Si le sumamos un ambiente no muy rico para explorar (jaulas, patios estériles, etc.) puede usar el sentido del gusto en mayor medida para calmar su comportamiento innato de exploración.
Algunos investigadores han postulado aspectos que tienen que ver con el crecimiento del animal. El desarrollo neurológico se relaciona a componentes que se encuentran en altos niveles en la materia fecal, por ello ingerirla puede ser un aspecto positivo en los jóvenes
Comportamiento maternal:
Los cachorros hasta cierto tiempo después de nacidos necesitan ser estimulados por el lamido de la madre para orinar y defecar ya que no pueden hacerlo por sus propios medios. Una vez que lo hacen es normal que la madre ingiera la materia fecal de éstos con el fin de mantener el ambiente lo más limpio posible.
Gusto:
En la boca y lengua existen ciertos receptores gustativos que se estimulan gracias a la textura, sabor y olor del alimento. Ello hace que disfruten de su ingestión. Aunque suene incomprensible la materia fecal -sobre todo la de gatos- cumple con estos requisitos y los perros la prefieren.
Hambre:
Los perros pueden hacerlo simplemente porque tienen hambre.
Muchas veces comen su ración pero ésta no es la adecuada, la frecuencia no es la debida o la cantidad resulta insuficiente.
Además, los que sufren de problemas intestinales o pancreáticos por ejemplo pueden necesitar más nutrientes.
Llamado de atención:
Si cuando el perro ingiere la materia descubre que con ello logra llamar la atención de o los dueños, puede recurrir a ello en los momentos que necesite atención y establecerse como llave para obtener algo.
Otros:
Los animales que sufren de ansiedades crónicas cualquiera sea su origen pueden utilizar esta conducta como mecanismo de defensa para enfrentar dicha ansiedad.
Al igual que las personas que sufren compulsión oral, los perros pueden derivar esta enfermedad en la ingestión compulsiva de la materia fecal.
¿En quienes se presenta?
En general se da más en jóvenes pero ninguna etapa de la vida del animal está exenta de padecerlo.
Tampoco hay una raza que lo manifieste más que otras.
¿Qué factores influyen en su aparición?
Los perros que tienen un ambiente pobre, poco estimulado y pequeño tienen más probabilidades de manifestar esta conducta.
Los que tienen fácil acceso a la materia fecal de los gatos también tienen mayor riesgo.
Una dieta incompleta tanto en calidad como en cantidad aumenta significativamente las chances de aparición.
Enfermedades que dificultan el normal funcionamiento de su sistema digestivo también juegan un papel importante en este comportamiento.
¿Qué hacer en estos casos?
Debido a que las causas médicas siempre pueden estar presentes y son en general las que justifican el síntoma, recurrir al veterinario resulta primordial.
En la consulta además debemos asesorarnos sobre el tipo, cantidad y frecuencia alimenticia que necesita nuestra mascota para estar seguros de que las necesidades nutricionales están contempladas.
La presencia de parásitos en el tracto intestinal puede contribuir al mal equilibrio nutricional aunque el alimento sea de buena calidad, por ello también debemos estar atentos en este aspecto.
Luego de que las posibles causas médicas fueron contempladas, podremos tomar medidas en cuanto al manejo del animal para eliminar el comportamiento.
– Reducir la disposición de materia fecal limpiando el lugar luego que defeca.
– No permitir las salidas sin nuestra presencia si el animal no defeco.
– Colocar las bandejas sanitarias de gatos en lugares donde el perro no llegue.
– En los paseos usar bozal de canasta o dogal de modo tal que luego de defecar no pueda acceder a ella y premiarlo con algo rico. De esta manera el animal asociara que luego de defecar tendrá una recompensa y no estará atento a sus heces.
– Debemos enriquecer el ambiente donde se encuentra el animal. Juguetes, comida escondida son adecuados.
Si bien estas medidas son solo orientativas, existen técnicas más complejas que se acoplaran a casa caso individual para tener un éxito mayor.
Si el problema tiene ya un tiempo de duración prolongado, la resolución del mismo puede ser más compleja.
// Doctor en Ciencias Veterinarias, Facultad de Veterinaria Universidad de la República (UdelaR). // Curso de post graduación en Etología Clínica en Pequeños Animales. // Miembro de la Asociación Latinoamericana de Zoopsiquiatría (AVLZ). // Ayudante honorario de la Cátedra de Caninotécnia (UdelaR). // Columnista del espacio semanal "La mascota y su contexto" en Justicia Infinita (Océano FM 93.9).
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