Es común escuchar entre los amantes de mascotas que perros e incluso gatos son el reflejo de sus dueños, ya sea por parecidos físicos o por el modo de relacionarse con el mundo.
Si bien este dicho popular no se entiende de forma literal, es posible que en algún punto roce lo cierto.
En muchos países la obesidad en humanos es de las enfermedades que se presenta con mayor frecuencia, representando no solo un problema en si mismo, sino que padecerla puede llevar a la manifestación de otras dolencias.
En los perros y gatos, parecería ser que sucede lo mismo. Según algunos autores, entre el 20 y el 40 % de ellos son obesos.
La mayoría de los lectores de este artículo tendrá algún recuerdo familiar que relacione el comer con la salud. Abuelas con meriendas interminables eran algo habitual para las que podían hacerlo y las que no, al menos lo intentaban de forma teórica.
En los perros y gatos este acto se repite. Es muy común en la clínica escuchar el orgullo que siente el dueño por el estado “regordete” de su mascota.
En las personas parece ser más fácil acceder a un diagnóstico de obesidad, ya sea por el aspecto, por la carga emocional, por lo que la sociedad nos impone como normal etc. En las mascotas sin embargo el límite es bastante más difuso.
Se puede pensar que una persona obesa puede tener más posibilidades de tener una mascota con el mismo problema. Si bien no hay datos concluyentes al respecto algunos estudios concluyeron que más de la mitad de los pacientes obesos corresponden a personas obesas.
De la misma forma, parece que los dueños con más de 40 años tienen el doble de posibilidades de vivir con una mascota obesa que los de menor edad.
¿Qué es la obesidad?
La obesidad como tal se puede definir como el aumento de tejido graso de manera excesiva que lleva en consecuencia al daño e interferencia de las funciones del organismo.
¿En quiénes ocurre?
Esta enfermedad puede ocurrir en cualquier raza de perro y gato, sin embargo algunos estudios encontraron mayor incidencia en razas específicas.
Labrador, Basset, Cocker, Collies, Beagle, Dachshund, Terriers en perros y mestizos por sobre los de raza pura en gatos.
Si hablamos de sexo, las hembras la padecen más que los machos, y las que han sido castradas tienen más incidencia que la que no lo fueron.
Si bien existen explicaciones de origen fisiológico que involucran estímulos para comer y para dejar de hacerlo, la explicación profunda de ellos escapa el objetivo de este artículo.
Desde causas de origen cerebral, indicadores sanguíneos, receptores específicos, enfermedades, fármacos y demás son el combo que explica las posibles causas.
Sin embargo debemos retener un dato que puede explicar algunas frustraciones a la hora de poner a dieta a nuestro/a amiga.
Cuando el cachorrito o gatito se está desarrollando, el tejido adiposo (donde se alojan las grasas) crece tanto en tamaño como en número. En la adultez, las células no se reproducen más sino que sólo crecen en tamaño las ya existentes. Esto quiere decir que los cachorros o gatitos que son obesos desde el comienzo del desarrollo son pacientes mucho más difíciles de tratar que los que son obesos solo a la edad adulta.
Resulta lógico que la actividad física tiene relación directa con esta enfermedad. Animales sedentarios, sin actividad física y con dietas pensadas para perros o gatos más activos, tienen altas chances de aumentar de peso.
A su vez, los perros en particular tienen un comportamiento alimenticio que poco tiene que ver con la vida hoy en día. Sus ancestros comían lo que podían si había disponibilidad de alimento, ya que nada les garantizaba que ello se repita en los próximos días.
Sumemos a las múltiples causas un poco de responsabilidad de nuestra parte. La gran mayoría de nosotros los alimentamos “cada tanto” con nuestras comidas, sean estas pastas, quesos, carnes o dulces.
¿Qué hacer?
Debido a que las causas que llevan a la obesidad son múltiples, es recomendable que acuda a su veterinario para llegar a un diagnostico adecuado. No olvidemos que este problema puede traer consigo consecuencias muy graves que muchas veces comprometen seriamente el futuro del animal.
Daños al corazón, problemas renales, dificultades articulares son alguna de ellas. En los gatos este trastorno trae consigo inconvenientes a nivel hepático que peligran la vida del animal. Por ello no es para nada recomendable recurrir a dietas caseras en ellos ya que el descenso de peso de forma anormal es muchas veces peor que la enfermedad.
Por ello es imprescindible la evaluación profesional, sea para confirmar el problema o simplemente para asesorarse y prevenirlo.
Al mismo tiempo se pueden iniciar tratamientos que harán énfasis en la reducción grasa.
El ejercicio es el principal aliado en estos casos. Por regla general un perro mediano debería caminar unos 3-5 km diarios, siempre y cuando no tenga contraindicaciones médicas.
En el caso de los gatos que viven dentro del hogar, enriquecer el ambiente con cajas, bolsas, lugares para trepar, juguetes, etc. darán el ejercicio adecuado. Obviamente debemos estimular el ejercicio nosotros con pelotas, objetos colgantes y demás por unos 10-15 minutos a razón de 3 o 4 veces al día.
Otro punto importante hace referencia a la forma de alimentar al animal. Necesariamente debemos saber la cantidad que necesita y no dar “a ojo”, cada tanto o cuando ellos quieran. Lo mismo ocurre en los gatos.
Debemos descartar de plano el acceso a comidas fuera de hora y limitar el acceso a zonas donde están los alimentos, basura, etc.
Dentro de estas medidas simples, el compromiso del grupo familiar es vital. De nada sirve esforzarse si alguien de la familia sigue con el formato anterior de relacionamiento. Si sospechan de alguien que aún es cómplice de nuestra mascota, aquí les va una ayuda; si a la hora de comer el perro o gato se dirige siempre a la misma persona por días o semana, es seguro que esa persona aún le da alimento.
Si el perro o gato sólo ronda la mesa pidiendo a todos por igual, podemos estar tranquilos.
Prevención.
La alimentación o mejor dicho, los requerimientos nutricionales de nuestras mascotas son distintos según sea la etapa de vida en que se encuentre.
Cachorros, adultos y viejos difieren tanto en cantidad frecuencia y composición del alimento.
Conocer los pormenores de ello es simple y la consulta en este punto es esencial.
Con ello podremos asesorarnos de la cantidad que requiere el animal, la frecuencia y hasta que tipo de alimentación necesita según la etapa de la vida en la que se encuentre nuestra mascota.
Recuerde que esta enfermedad es muy difícil de revertir, no sólo por lo caro que resulta la alimentación para bajar de peso, sino por todo lo que hablábamos antes. Cuanto antes llegue al veterinario, mayor serán las posibilidades de éxito.
// Doctor en Ciencias Veterinarias, Facultad de Veterinaria Universidad de la República (UdelaR). // Curso de post graduación en Etología Clínica en Pequeños Animales. // Miembro de la Asociación Latinoamericana de Zoopsiquiatría (AVLZ). // Ayudante honorario de la Cátedra de Caninotécnia (UdelaR). // Columnista del espacio semanal "La mascota y su contexto" en Justicia Infinita (Océano FM 93.9).
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